Empezamos, pues, con el HPE...
Como sabéis, a finales de los 70, con el cese de producción del 124 Sport, Seat se había quedado sin un deportivo alto de gama (lo que podría llamarse un Gran Turismo, de manera un poco optimista), ya que el Sport 1430 y menos aún el Sport 1200, no podían cubrir ese hueco.
En la gama Fiat no había ningún producto adecuado, ya que el 130, que era el único modelo que habría podido cumplir Eda función había dejado de fabricarse en 1977, mientras que el 131 Abarth era demasiado deportivo y radical...
La única opción viable provenía de Lancia, que desde fines de los 60 formaba parte de Fiat y que disponía de un producto moderno y adecuado, el Beta Coupe.
Por ello fue este el modelo elegido, lo que supuso una primicia, ya que nunca antes (ni después) había sido montado un Lancia fuera de Italia. Lo planta elegida fue la de Landaben y en ella se montarían en CKD algo menos de 4000 unidades.
De la gama italiana se eligieron dos versiones, el Coupe de 2 puertas y el HPE, una especie de Shooting Brake sin paralelo en el mercado español, salvo, salvando las distancias, el 128.
Respecto a la mecánica, de la gama italiana, que iba, siempre en biarbol, desde el 1300 al 2000, en España se eligió la cilindrada más alta. Quizá se eligió por cuestión de imagen, al considerar que el 1600 sería “demasiado poco motor” para un alto de gama. Lo cierto es que esto originó Ulla
principal diferencia entre los Lancia españoles y los italianos, ya que los españoles, en lugar del motor 1995 llevarían el 1919 desarrollado por Seat por razones fiscales, que también llevarían el 132, el 131 CLX y el 124 2000...De haber elegido el 1600 los coches de Landaben habrían sido
Iguales a los italianos, que llevaban el motor 1592 de los Supermirafiori 1600...
Los Lancia no fueron un modelo de éxito, quizá por su alto precio y también porque su salida en el mercado tuvo lugar en un momento marcado por la segunda crisis del petróleo, la de 1979, que, prácticamente, borró del mercado los deportivos de las marcas generalistas....
La situación particular de Seat en esos años tampoco ayudó...
Nuestro Lancia fue un HPE azul metalizado (solo se pintaron en ese color y en gris metalizado, mientras que los coupe eran rojos o marrones) y, aunque estuvo en casa poco, apenas cuatro meses, fue uno de los coches de los que mi padre guardó mejor
recuerdo...
De él destacaría sus prestaciones, aunque no era un verdadero deportivo, sus prestaciones estaban muy por encima de la media de la época y su amplitud interior para ser un coupe (el usar la plataforma
con batalla alargada de la berlina, sin duda, ayudaba). Además, esa batalla alargada le daba un mayor aplomo en carretera frente al coupe, a costa de hacerlo menos ágil y divertido. Mi padre decía de él que era “demasiado blando” para ser un deportivo y que tampoco era tan rabioso como podía ser un 124 Sport 1600 bien afinado y que no transmitía las mismas sensaciones que un 131 CLX 2000, cosa curiosa, al compartir motor...
Con todo tenía una tercera que permitía adelantamientos rapidísimos para la época en carretera nacional y una quinta que, aunque hoy parecería corta, en las
Autopistas de la época permitía cruceros de 170...
Una cosa que a mi me alucinaba de pequeño era el equipamiento que tenía, ya que tenía todo lo que podía pedirse en un coche: dirección asistida, aire acondicionado, elevalunas eléctricos, cierre centralizado, espejos eléctricos y una instrumentación completisima, con el primer reloj digital (con cronómetro) que yo había visto en un coche.
Tenía también detalles muy curiosos, como la persiana de Lamas en la ventana trasera, algo que siempre llamaba la atención a los
que se subían y una cortina enrollable (como los 7 plazas de ahora) en lugar de bandeja para el maletero.
De su fiabilidad no puedo hablar, porque, como os he dicho, estuvo poco por casa, aunque recuerdo una anécdota: Una tarde,
Volviendo de la playa con el aire puesto, empezó a oler fuerte a quemado y a salir un humillo por las rejillas de ventilación. Mi madre se asustó y dijo a mi padre que parara, pero mi padre le dijo que no, que no era nada y que llegaríamos a casa. Sin embargo el problema en vez de pararse fue a más, cada vez olía más fuerte y salía más humo (a todo esto mi padre no aflojaba la
marcha) Al final, ante la histeria de mi madre y el susto de mi hermano y mío mi padre accedió a parar en una aldea que atravesábamos camino de casa. Entramos al bar del pueblo a avisar una grúa mientras el Lancia, parado a la puerta del bar seguía oliendo a quemado y echando humo por el capo. Los paisanos del pueblo salieron a la
puerta del bar a cotillear y todos daban vueltas alrededor del coche como si fuera un OVNI, supongo que ninguno había visto
uno antes no, tan siquiera, oído hablar de él...
Al día siguiente le devolvieron a mi padre el coche del taller, lo habían revisado y no le habían encontrado nada. Nunca volvió a
Hacer nada parecido pero, si digo que mi padre estaba enamorado del coche también diré que desde ese día mi madre lo miraba con miedo y, en el fondo, se alegró cuando salió de casa...
Hoy, no me importaría tener uno como el
nuestro para sacarlo los fines de semana, aunque se del “temperamento” de las instalaciones eléctricas italianas y de la debilidad de su chapa de la época....
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Gracias por el aporte (sensacional como todos).